El alma de la ciudad (Jesús Sánchez Adalid)

Estaba echando en falta una novela histórica, cuando me topé con el Premio de Novela Fernando Lara de 2007, El alma de la ciudad, del escritor Jesús Sánchez Adalid y, a pesar de que me resultaba conocido, me he dado cuenta de que no conocía nada de este autor, e indagando, he descubierto que no sólo es un escritor de éxito, sino que además, es sacerdote y ejerció como juez durante dos años. En fin, una trayectoria más que interesante. Veamos su libro.

Argumento

Cuatro caminantes avanzaban a buen paso, en dirección al norte, camino del santo templo del Apóstol Santiago, allá en Compostela.

Después de muchas jornadas de calzada se conocían bien entre ellos. El primero era un fraile de poco más de treinta años que vestía pobre hábito marrón y caminaba descalzo. El segundo, un comerciante grueso de Ciudad Rodrigo que iba en acción de gracias por la sanación de una hija. El tercero, un joven caballero perteneciente a la orden de Santaigao, del convento de Alconetar, que hacía penitencia antes de formular los votos. Por último, era el cuarto un veterano e inicuo clérigo arrepentido que purgaba sus muchos pecados peregrinando desde las lejanas tierras del sur, llamado Blasco Jiménez.

Ahora, después de largas leguas de fatigas compartidas, eran ya como hermanos. Cada uno había contado a los demás lo que le parecía bien dar a conocer de su vida. Ahora, el turno es de Blasco, quien en cada pausa del camino relata los pormenores de su vida, su angustia y remordimientos.

Mi opinión

El alma de la ciudad es una novela de ficción histórica, en la que el autor ha realizado una labor de investigación exhaustiva para adaptar la trama al contexto histórico de la época, aportando parte de dicha información al final de la obra. No obstante, es importante la nota del autor que, deja claro que, a pesar de la gran labor de estudio que realizó, no es un libro histórico, sino simple y llanamente una novela, y como tal ha de tomarse.

La trama trata sobre cuatro peregrinos que se unen a lo largo del Camino a Santiago de Compostela y explican los distintos motivos por los que realizan ese viaje. Unos por penitencia, otros para cumplir una promesa y el último, el protagonista comienza a explicar a sus compañeros sus razones, y aquí comienza la historia que abarca la vida de Blasco Jiménez desde la infancia, cuando siendo niño conoció a don Bricio, hasta senectud. Ese amplio margen de tiempo se centra en mostrar al lector cómo el ser humano, más que un ser agradecido, se puede dejar llevar por las pasiones y sus más bajos instintos.

«parte de nuestro obrar es según la luz, pero conservando siempre restos de tinieblas. Y que, a veces, aun en plena oscuridad, hay luz suficiente para no caminar completamente a ciegas. Así, en la vida, avanzamos entre luces y sombras; «

La ambientación entre Toledo, Ambrosía (Plasencia), Coria bajo el reinado de Alfonso VIII,―sin precisar fechas para no tener que seguir la rigurosidad histórica―, muestra aspectos básicos de las costumbres de la Edad Media: los distintos estamentos sociales, en especial, el poder de la Iglesia dentro de la ciudad y su función educadora, la figura del fraile guerrero, los caballeros que luchaban en las batallas por la Reconquista a cambio de posesiones, los agricultores y comerciantes, que repoblaban las ciudades y la integración de los musulmanes.

En cuanto a los personajes hay que destacar a los peregrinos, compañeros de viaje hacia Santiago, entre los que no destacan más nombres que el de Ludwin (joven que se escapa en busca de aventuras), el comerciante, el fraile y el caballero de la Orden de Santiago. Además del protagonista de la historia: Blasco Jiménez, don Bricio (el arcediano que le acoge y le da un futuro), Hermenesindo (el primer escudero del arcediano y compañero de Blasco), Abasud al Waquil (comerciante), Eudoxia (amante de Blasco), Leonila (hechicera) y Arnaldo (obispo de Coria).

La novela es entretenida y, quizá sea porque me he sumergido de lleno en la trama y he olvidado que era un relato de aquellos peregrinos, pero el caso es que, el cambio intermitente de presente a pasado sin previo aviso, me ha importunado la lectura y descolocado por completo hasta que he llegado a acostumbrarme.

Es sorprendente cómo el hombre es capaz de errar una y otra vez, así lo demuestra el protagonista a lo largo del texto al ser instruido y bien acogido por frailes bondadosos que, no cesan de impartir sus enseñanzas («El camino del hombre sobre la tierra no se agota por un sobresalto, por un sendero errado«), siempre basadas en la cristiandad («Las cosas no suceden tal y como deseamos, sino como Dios quiere. Y el designio de su divina providencia resulta a veces incomprensible para las pobres expectativas del hombre»), aludiendo expresamente al concepto de paz social de San Agustín («El único camino para la paz es una sociedad perfectamente ordenada, pues la paz es la tranquilidad del orden«). Y, sin embargo, ninguna de las enseñanzas parecen dejar poso, incluso las más repetitivas.

Para finalizar, he escogido una cita que solo somos conscientes con el paso del tiempo, de lo efímera que es nuestra existencia:

«El camino de esta vida sólo avanza hacia delante, y no se puede regresar sobre los propios pasos. Algunas acciones, circunstancias y personas quedan atrás, detenidos o caminando con mayor lentitud. Pueden corregirse algunos errores, no todos. Pero siempe hay tiempo frente a nosostros para buscar nuevos bienes, completar la vida y hallar la paz. Este mundo presente concluye con la muerte». 

En este sentido, repite de diferente manera, más sencilla, para explicarnos que no hay vuelta atrás:

«No se puede regresar al pasado porque la vida tiene marcado su propio camino»

Novela: El alma de la ciudad
Autor: Jesús Sánchez Adalid
Categoría: Ficción histórica
Recomendación: Novela de ficción histórica entretenida, aunque no deja poso.

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