Llegó a la puerta de la biblioteca a la hora convenida. Allí estaban esperándola María y Beatriz. Las había conocido hacía unos meses por internet. Habían surgido por arte de magia, y había intimado tratando temas que otros no llegaban a entender. Ellas también habían pasado por una difícil situación.
Beatriz había perdido a su padre hacía un año de una lenta y dolorosa enfermedad. Su madre no había podido superarlo. Se encontraba de baja por depresión. Deambulaba como un zombie por la casa, y apenas se acordaba de la existencia de su hija. En ocasiones, ingería tantas pastillas para dormir, que Beatriz esperaba que en cualquier momento no se despertase.