Me llamó la atención la sinopsis de El enigma Turing y, deseando una novela policíaca, me hice con el ejemplar de David Lagercrantz, sin ser consciente de mi error. El autor, al que desconocía, ha sido el encargado de continuar la saga Millennium, creada por Stieg Larsson.
Sinopsis
8 de junio de 1954, plena Guerra Fría. Alan Turing, el matemático visionario, es encontrado muerto en su casa de Wilmslow, Inglaterra. Junto al cuerpo, una manzana a medio morder con evidentes restos de cianuro parece haber sido la causa. La investigación de lo que parece un claro caso de suicidio es encargada al joven inspector de policía Leonard Corell, que muy pronto empieza a albergar dudas en el curso de sus averiguaciones. ¿Por qué motivo la documentación relativa a Turing es altamente confidencial y ha sido clasificada?
¿Tuvo algo que ver su implicación en Enigma, la máquina de su invención que logró descifrar los códigos nazis? Su reciente condena por homosexualidad hizo saltar las alarmas en el seno de los servicios secretos: ¿pudo haber sido chantajeado por espías soviéticos, convirtiéndolo en un agente doble? ¿Podría tratarse de un complot en el que están implicadas las más altas instancias del país?
Mi opinión
Cuando vi el comentario de la contraportada en el que describía El enigma Turing como una novela de trepidante, me animé. Pero he de confesar que ha sido un chasco. Lo único que ha llegado a trepidar ha sido mi cuerpo como efecto de la fiebre y del dichoso virus, no de las líneas de El enigma Turing, pues no tiene ni tensión, ni ritmo trepidante. Sino más bien todo lo contrario. La lectura es lenta, demasiado pausada, monótona y en ocasiones, bastante aburrida.
Sigue leyendo«No juzgo a nadie que no pueda defenderse».