La última entrega de Millennium comienza con la joven Lisbeth Salander debatiéndose entre la vida y la muerte. Mientras tanto, Ronald Niedermann consigue darse a la fuga y desaparecer por arte de magia del mapa.
Aparte de estos dos personajes, en La Reina en el Palacio de las Corrientes de Aire (Stieg Larsson), existe una mezcla de teorías conspirativas que supera cualquier intrincada trama de espías.
Además, está aderezada con multitud de personajes. Entre todos ellos, no debería de extrañar a estas alturas la aparición de Mikael Blomkvist como un James Bond con licencia para ligar fuera de control. No hay ni una de las co-protagonistas de la trilogía que no haya caído rendida en su lecho.
Sin embargo, a pesar de esta crítica negativa, he de confirmar que este libro se desmarca de los dos volumenes anteriores. Pues se debaten varios bandos, no del todo definidos a simple vista. Entre ellos se destacan, los colaboradores de la revista Millennium, empleados de Milton Security, algunos agentes de la policía sueca, de la Sapo, y de la Policía de Seguridad Constitucional. En determinado momento, tantos espías hacen dudar de quien está espiando a quién.
Cabe destacar un pequeño comentario desafortunado, a mi modo de ver, que se le escapa al autor acerca de Gibraltar y Ceuta. Pero, por lo demás, nada reseñable.
Para resumir la obra me voy a basar en una frase del protagonista que se menciona al final de la novela. Dice así:
«Esta historia no va de espías y de sectas estatales, sino de la violencia cometida habitualmente contra mujeres y que los hombres hacen posible«.
Novela: La Reina en el Palacio de las Corrientes de Aire
Autor: Stieg Larsson
Categoría: Best seller
Recomendación: Prestar atención a los nombres de los personajes para recordar de qué bando se trata.