En cuanto me topé con el libro de Glenn Cooper, Los hijos de Dios, recordé la saga que tanto me cautivó, La biblioteca de los muertos, y me decidí a leerlo. Sin embargo, no me ha entusiasmado. No sé si por el libro o quizá sea que, con el tiempo, he ensalzado mi recuerdo.
Sinopsis
Filipinas. María es una adolescente de dieciséis años que vive en un barrio de chabolas de Manila. Hace semanas que no se siente bien, sufre náuseas, dolor de cabeza y desmayos. El diagnóstico del médico voluntario que la atiende no deja lugar a dudas: María está embarazada. Aunque las circunstancias de la gestación son excepcionales, ya que la muchacha es virgen.
Irlanda. Desde hace algunos días una fila de personas se congrega frente a la casa de al familia Riordan. Sólo quieren una cosa: ver y tocar a Mary, una joven de dieciséis años embarazada… y que todavía es virgen.
Perú. El arzobispo de la diócesis de Lima envía un mensajero urgente al Vaticano: un pueblo perdido en la montaña se ha convertido en destino de peregrinaje porque se ha corrido la voz de que una adolescente de dieciséis años, virgen, está encinta. Su nombre es María.
Mi opinión
Los hijos de Dios es una novela que comienza con mucha fuerza y un estilo que me ha recordado a Dan Brown.
Los personajes son múltiples, aunque no dan lugar a error. Así tenemos a las tres Marías (Aquino, Pollo y Riordan), la comadrona Sue Gibson, la responsable de todas ellas Lidia Torres. El magnate multimillonario Randall Anning, su jefe de seguridad Carlin. Uno de los protagonistas Cal Donovan, profesor de teología en Harvard, su amigo sacerdote irlandés y también profesor de teología Joseph Murphy.
El trasfondo religioso, las pretensiones de una nueva iglesia y el afán de poder es el tema principal en torno al que gira la trama. Nada nuevo bajo el sol.
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