Llevo un par de noches con pesadillas. Son unos sueños muy reales. Y he pensado que no hay mejor forma para alejar esos fantasmas de mi mente que echarlos fuera a través de la escritura, mi habitual medio de desahogo y la forma de mantener mi aparente cordura.
En esas visiones nocturnas se agolpan rápidos sucesos de desesperación y dolor en los que me veo sumergida en las aguas colindantes a la central nuclear japonesa. Estoy sola nadando plácidamente ajena a mi destino. No soy consciente de dónde me encuentro hasta que desde un barco me gritan.
– Estás en peligro. Nadas en aguas radiactivas.
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