Después de las innumerables críticas positivas que he leído acerca de la última novela de Juan Gómez-Jurado, no me ha quedado más remedio que averiguar si eran acertadas, y me he decidido por la lectura de Reina Roja.
Antonia Scott es especial. Muy especial.
No es policía ni criminalista. Nunca ha empuñado un arma ni llevado una placa, y, sin embargo, ha resuelto decenas de crímenes.
Pero hace un tiempo que Antonia no sale de su ático de Lavapiés. Las cosas que han perdido le importan mucho más que las que esperan ahí fuera.
Tampoco recibe visitas. Por eso no le gusta nada, nada, cuando escucha unos pasos desconocidos subiendo las escaleras hasta el último piso. Sea quien sea, Antonia está segura de que viene a buscarla. Y eso le gusta aún menos.
Mi opinión
Reina roja es un thriller con transcurre por calles céntricas de Madrid, como Gran Vía, Goya, Serrano, o el barrio de Lavapiés.
Los personajes están muy bien definidos y es fácil entender y coger cariño tanto a Antonia Scott (con su necesidad de tomar pastillas rojas cada cierto tiempo, igual que yo, aunque con distinta finalidad), como a Jon Gutiérrez (fornido y bonachón policía vasco, que tiene «la mano del tamaño de una paellera y si te cruza la cara, te manda al jueves que viene»). Si bien, la descripción física es clara y precisa, en determinado momento, excesiva. De manera que, en unas diez páginas de la parte central de la novela, repite tres o cuatro veces que «Jon no está gordo» y esa repetición innecesaria me ha resultado cansina y hasta molesta.