Llega el ansiado momento del día. La hora de acostarse. Samantha se deja caer sobre la mullida cama con parsimonia.
Por fin
Hay días interminables, de trabajo agotador y merecido descanso. Al meterse en la cama todo parecer obra de un mal sueño.
Samantha estira los brazos y desliza los pies bajo las sábanas. Cierra los ojos para deleitarse del momento. Unos minutos más tarde, nota el peso de John, su marido, sobre el colchón, al acostarse a su lado. La rodea con un brazo al tiempo que estira la otra mano para pulsar el interruptor del mando a distancia del televisor.