Me encanta leer para evadirme de la realidad. Por ello, busco lecturas rápidas, entretenidas, divertidas, llenas de misterio, de fenómenos paranormales y, si me apuras, históricas que, aun habiendo desgracias, me trasladen a otro mundo. De ahí mis miedos cuando me apunté al Club de Lectura, me dije, a ver qué libro de desgracias proponen. Efectivamente, no andaba muy desencaminada, pues propusieron La casa de las miradas, del escritor Daniele Mencarelli. Una novela autobiográfica.
Sinopsis
Daniele es un joven poeta en profunda crisis, trastocado por una «enfermedad invisible» que le ha generado una fuerte dependencia del alcohol y ha arrastrado a su familia a habitar un infierno. Sin embargo, la oportunidad de un trabajo en el servicio de limpieza en un hospital pediátrico de Roma abrirá una perspectiva nueva en su vida. El hospital se convertirá para Daniele en una casa particular, en la que irá encontrando miradas que le herirán y le empujarán a plantearse preguntas incómodas sobre el sufrimiento y el dolor. Pero que también le brindarán respuestas.
Con la precisión y la maestría propias del poeta, Daniele Mercarelli nos ofrece este impactante relato de tintes autobiográficos con el que transitar el portentoso camino de quien vuelve a nacer tras vivir inmerso en una espiral de soledad, abandono y oscuridad.
Mi opinión
Retomando la idea anterior, no entiendo muy bien por qué se proponen en los Clubes de Lectura los libros cuyo protagonista sólo pasa penurias y se ve azotado por los infortunios del destino o por sus propios demonios, como es el caso de La casa de las miradas en el que su protagonista, Daniele, es adicto a la bebida.
¿Cuál es la razón de su adicción? ¿Cuándo comenzó? Es un punto importante que no se debe dejar atrás.
«El miedo es mi demonio (…) con él he perdido el combate antes de empezar»
Y, a partir de ahí, se entra en una espiral difícil de salir. Beber para olvidar, beber sin medida, beber para no pensar, para no buscar otra salida que no sea dejar la mente en blanco. Miedo al dolor, miedo a sentir, miedo al futuro.
Sigue leyendo«Nos aferramos al tiempo en que éramos capaces de imaginarnos un futuro»