Tengo varios libros en lista de espera, pero como es habitual, cada vez que voy de visita a casa de mis padres, se me van los ojos por los tomos de su librería y, en cuanto me topé con El extranjero, decidí posponer el resto (entre los que os adelanto que se encuentra el último de Juan Gómez-Jurado) y me metí de lleno con la lectura de la novela corta, la primera obra del Premio Nobel de Literatura, Albert Camus, publicada en 1942.
Sinopsis
Una serie de circunstancias, cuya propia lógica no aboca de forma inequívoca a los resultado predeterminados, lleva al protagonista de la novela a cometer un crimen aparentemente inmotivado; la muerte de Meursalut en el patíbulo no tendrá más sentido que su vida, corroída por la cotidianeidad y gobernada por fuerzas anónimas que, al despojar a los hombres de la condición de sujetos autónomos, les eximen también de responsabilidad y de culpa.
Mi opinión
El extranjero es una novela corta, de pura narrativa, dividida en dos partes y cuyos diálogos se encuentran incluidos en el texto. Me recordó un poco a José Saramago en Ensayo sobre la ceguera, pero menos marcado y con guiones.
Para empezar, he de indicar que ni hojeé el argumento, pues si llego a leer que es una «lúcida descripción de la carencia de valores de la existencia contemporánea y la implícita añoranza de la coherencia moral y la autenticidad de sentimientos de una humanidad posible«, me hubiera quedado estupefacta y, posiblemente, no hubiera comenzado la lectura.
Lo primero que he sentido al leerla ha sido curiosidad, porque no sabía qué era lo que iba a ocurrir. Me he sentido completamente desorientada. La escasa extensión y mi tesón han impedido que abandone antes de tiempo, pero no ha sido fácil. El protagonista es un ser apático, un tanto insensible, y carente de emociones, por lo que es muy difícil empatizar con él. En ese sentido me ha recordado a la novela de Julia Navarro, Historia de un canalla, aunque, menos mal, más corta, porque no es fácil leer tanto sobre un ser que aborreces. Podría definirlo como de una personalidad psicopática («...nunca había podido sentir verdadero pesar por cosa alguna«) y como ya se sabe que las armas las carga el diablo, tenemos el kit completo.
Lo segundo en lo que he pensado al leerla ha sido lo difícil que sería publicar hoy en día dicha obra a través de una editorial, no de autopublicados, ya que en sus escasas páginas toca el maltrato a la mujer («la golpeaba, pero con ternura«) y a los animales, a un perro en concreto. Además, que menciona la profesión de proxeneta. Como podéis imaginar, también tiene un asesinato, así que lo tiene casi todo.
La verdad que he leído varias de las conclusiones a las que llegan con la lectura de este libro, desde el absurdo, el estudio de la condición humana, la cotidianidad, la responsabilidad, la aceptación del sinsentido de la vida es su punto de partida y a la vez lo que nos hace disfrutar de los placeres de la vida… Pero sinceramente, no acabo de verlo. La historia me parece un poco absurda, sin sentido alguno. La pasividad del protagonista me resulta completamente irreal. Cuando es bien sabido, que quien más, quien menos, todos nos movemos por algún tipo de motivación, sin meterme en las creencias, que ese tema daría mucho para hablar. Por eso, me ha llamado la atención cuando dice:
«Quizá no estaba seguro de lo que me interesaba realmente, pero, en todo caso, estaba completamente seguro de lo que no me interesaba»
Pero, ¿qué le interesaba al protagonista? Es un misterio. No parece disfrutar con nada. Simplemente es y está. No hay que darle más vueltas.
Mersault, el protagonista, vive el día a día, sin emoción, ni sentimientos y es esta carencia la que produce una sensación de agobio y un sentimiento de repulsa hacia este personaje al que sólo me dan ganas de abofetear. Es imposible empatizar con él, ni mucho menos entenderlo, ya que no se explica ninguna vivencia del pasado que le marcara su forma de ser. Si la intención de Albert Camus era de transmitir un mero observador, más robot que persona, he de decir que lo bordó.
En algunos momentos me ha resultado, más que inmaduro, cortito.
«precisamente para eso los ponen a ustedes en la cárcel»-«¿Cómo, para eso?»-Pues sí. La libertad es eso. Se les priva de la libertad.» Nunca había pensado en ello. Asentí: «Es verdad», le dije, «si no, ¿dónde estaría el castigo?»
Hasta parece tener una excusa para explicar cómo es:
«Estaba absorbido siempre por lo que iba a suceder, por hoy o por mañana»
Como decía anteriormente, he estado leyendo algunas opiniones acerca de la obra y difiero con todas ellas. El libro no me motiva a reflexionar, ni a la introspección, sino más bien al aburrimiento y al aborrecimiento. Supongo que, como siempre, voy contracorriente. De todas formas, mi incomprensión es por un punto de vista, subjetivo obviamente, pero sobre todo temporal. Estoy convencida de que el sentimiento de aceptación en la época de la posguerra marcó a una sociedad, que se podía sentir abandonada, sin rumbo, sin planes, simplemente el ser y estar que he comentado antes, pero hoy en día, no lo acabo de comprender.
A modo de inciso, me ha llamado la atención la participación del procurador en el juicio.
Para finalizar, me gustaría dejar una frase que se ha repetido en un par de ocasiones a lo largo de sus páginas.
«Nunca tengo gran cosa que decir, por eso me callo»
Novela: El extranjero
Autor: Albert Camus
Categoría: Narrativa/ Novela corta
Recomendación: Siempre es recomendable la lectura de un clásico.