El pintor de almas (Ildefonso Falcones)

Antes de empezar este confinamiento y, por supuesto sin imaginar que se alargaría tanto tiempo, escogí la última novela de Ildefonso Falcones, El pintor de almas y su lectura ha dado de sí para dos semanas ¿Mi opinión? Veamos.

Argumento

Barcelona, 1901. La ciudad vive días de gran agitación social. La oscura miseria de los más desfavorecidos contrasta con la elegante opulencia de las grandes avenidas, donde ya destacan algunos edificios singulares, símbolo de la llegada del Modernismo.

Dalmau Sala, hijo de un anarquista ajusticiado, es un joven pintor que vive atrapado entre dos mundos. Por un lado, su familia y Emma, la mujer que ama, son firmes defensores de la lucha obrera; hombres y mujeres que no conocen el miedo a la hora de exigir los derechos de los trabajadores. Por otro, su trabajo en el taller de cerámica de don Manuel Bello, su mentor y un conservador burgués de férreas creencias católicas, lo acerca a un ambiente donde imperan la riqueza y la innovación creativa.

De este modo, seducido por las tentadoras ofertas de una burguesía dispuesta a comprar su obra y su conciencia, Dalmau tendrá que encontrar su auténtico camino, como hombre y como artista, y alejarse de las noches de vino y drogas para descubrir lo que de verdad le importa: sus valores, su esencia, el amor de una mujer valiente y luchadora y, sobre todo, esos cuadros que brotan de su imaginación y capturan en un lienzo las almas más miserables que deambulan por las calles de una ciudad agitada por el germen de la rebeldía.

Mi opinión

El pintor de almas es una obra lenta, trágica, siguiendo la estructura que caracteriza al autor, relata la vida de Dalmau y Emma, desde que son pareja recién estrenada su mayoría de edad, hasta avanzada la edad adulta en los principios del siglo XX. Las vicisitudes de estos dos personajes se alternan, en unos extensos capítulos, para mostrarnos la sociedad catalana en los albores de la revolución por las condiciones de trabajo, precariedad y miseria de sus asalariados

Otros personajes destacados son: Montserrat y Tomás (hermanos de Dalmau), Josefa (madre de Dalmau), Manuel Bello (pintor y jefe de la fábrica), su mujer Celia y su hija Úrsula, Antonio (novio de Emma), Joaquin Truchero y Alejandro Lerroux (máximos representantes del partido), Matías (pollero), Dora (amiga Emma), 

Para empezar, he de decir que mi opinión ha podido verse influenciada por este confinamiento, ya que me ha costado concentrarme y, por tanto, mis impresiones han podido verse afectadas por dichas condiciones. Y, dicho esto, allá vamos:

En primer lugar, en determinados pasajes el autor se pierde en las descripciones de las construcciones para alabar a Gaudí, a Puig i Cadafalch, a Domènech i Montaner. Tal es así, que me ha dado la impresión de que estaba leyendo una guía para fomentar el turismo en la ciudad condal. Hay tramos en los que el protagonismo de la arquitectura es tal, que deja de lado lo más importante: la trama y los propios personajes.

Sinceramente, no menosprecio (ni mucho menos) la labor de investigación que ha realizado, pero muchas veces es necesario resumir para compensar la trama. Es una labor titánica aunar todos los conceptos, pero es tarea del autor decidirse o no por ese arduo camino.

Los personajes me han parecido encasillados en un rol. Unos muy buenos y otros muy malos, independientemente de las decisiones y actos de cada uno. Seamos claros: ni todo es blanco, ni todo es negro. 

Unos conservadores e intransigentes y otros liberales, supuestamente progresistas, pero con las ideas no muy claras. Un poco débil de carácter él, en ocasiones no muy avispado, y ella, que parece crecer con el tiempo y, sin embargo, me ha resultado contradictoria, incluso más madura al principio de la novela que al final. Quizá sea mi apreciación, pero esperaba un acto de valentía por parte del autor con el personaje de Joaquín Truchero, ese dirigente obrero de zapatos relucientes, y que no se quedase en un hecho meramente anecdótico.

En definitiva, la obra me ha decepcionado en muchos sentidos, principalmente porque me ha deprimido comprobar cómo se esgrimen los mismos argumentos un siglo después, cuando las condiciones no son ni remotamente similares y, lo que es peor, estamos abocados a repetir los mismos errores. Este hecho me ha hecho pensar que el ser humano no ha cambiado mucho. 

«Era su táctica: insultos y blasfemias; la promoción de peleas; artículos controvertidos y siempre exagerados; reyertas violentas con los carlistas defensores de la fe y de la Iglesia; asaltos a mítines, a celebraciones religiosas o incluso a reuniones festivas como los bailes de sardanas. Con todas aquellas actuaciones, el republicano consolidaba una identidad específica: la lucha contra ricos y burgueses y a tales fines reunía a los descontentos y a lo excluidos de la sociedad en torno a la violencia y la agresión, creando un movimiento obrero imparable, todo bajo su control y liderazgo».

En contra de la burguesía, pero quemando iglesias. El ser humano no parece evolucionar y siempre hay quien desea mantenerse arriba, a pesar de las propias contradicciones de sus argumentos. 

«…una vez en el poder, actuaban con la misma firmeza, en ocasiones bajo la misma legalidad… dictando leyes todavía más represoras…»

«Las revistas fueron los órganos de expresión de un republicanismo radical, ajeno a ese catalanismo que defendía la Iglesia.»

Obviamente, aunque parezcan todos mis comentarios negativos, no es cierto. En la primera parte de la novela me ha parecido detectar ese estilo propio del autor y me han gustado esas denuncias veladas: sobre la adulteración del pan (para sacar rentabilidad, algo que hoy en día se sigue haciendo introduciendo numerosos aditivos), respecto a los jarabes a base de bromuro y heroína (algo impensable hoy en día) y el uso de mano de obra femenina, más hábil y más barata.

Para finalizar, me gustaría dejar una frase simple, que muchas veces no tenemos en cuenta y que, a pesar de que el contexto se refiere a las mujeres, creo que es importante ser conscientes de la realidad que lleva implícita, porque somos libres y también responsables. No somos sólo portadores de derechos, también de obligaciones.

«Somos dueños de nuestros actos»


Novela: El pintor de almas
Autor: Ildefonso Falcones Sierra
Categoría: Ficción Histórica / Narrativa
Recomendación: Lectura con calma, pero sin muchas pretensiones.

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Archivado bajo Best-sellers, Histórica, Narrativa

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