Leer a la maestra del suspense P.D. James es un placer y no dejo de admirar su portentosa imaginación para crear historias y personajes. Esta semana he escogido la última novela de la serie del comandante de Scotland Yard, Adam Dalgiesh, Muerte en la clínica privada.
Cuando la famosa periodista de investigación Rhoda Gradwyn de 47 años, decide deshacerse de la cicatriz que le atraviesa el rostro «porque ya no la necesita», acude al prestigioso cirujano plástico George Chandler-Powell que le hará un hueco en la agenda para operarla en la clínica privada en la espectacular mansión Cheverell Manor, en Dorset, y de la que no saldrá con vida.
El inspector Adam Dalgiesh y su equipo formado por Kate Miskin y Francis Benton-Smith se encargarán del caso. Pronto se toparán con un segundo asesinato, y tendrán que afrontar problemas mucho más complejos que la cuestión de la inocencia o la culpabilidad.
Mi opinión
En más de una ocasión he comentado la admiración que profeso por Phyllis Dorothy James, cuya escritura es en sí misma una lección y un deleite por su forma de describir los ambientes y los personajes, las emociones, ambiciones y trayectoria de cada uno de ellos.
En Muerte en la clínica privada mantiene el estilo de sus novelas policíacas, con una muerte en una zona alejada, donde no existen muchos personajes involucrados y donde no todo el mundo es quien dice ser, escondiendo secretos que desean mantener ocultos sin importar el precio.
No voy a negar que la lectura requiere su tiempo y que al principio se puede hacer lenta. De hecho, no existe víctima hasta pasadas las cien primeras páginas. A partir de ahí logras inmiscuirte en la elaborada vida de cada uno de sus personajes, que relata con tal detalle que uno acaba sospechando de todos ellos, porque todos parecen tener un motivo.
En un determinado momento, al sucederse varias muertes, he tenido la vaga impresión de que me encontraba leyendo Los diez negritos, de Ágata Christie, en que iban cayendo los personajes uno a uno como fichas de un dominó.
En la minuciosa maraña de historias que detalla P.D.James deja un espacio para abordar temas dispares y profundos como la educación, a la que critica:
«él cree que cada niño tiene un talento, una destreza o una capacidad intelectual que puede mejorar su vida, y es cometido de la escuela descubrirlo y potenciarlo…»
«El gobierno, que proclama el objetivo de que el cincuenta por ciento de los jóvenes vaya a la universidad y al mismo tiempo garantiza que el cuarenta por ciento sean incultos al terminar la secundaria, vive en un mundo de fantasía».
Y a la orientación sexual con un texto que me ha recordado a un comentario que escuché en la televisión en la pasada edición del Orgullo Gay:
«¿No se trata simplemente de que tenemos derecho a ser lo que somos? No hay por qué justificarse ni anunciarlo, ni declarar a la gente. No entiendo por qué mi sexualidad debe interesarle a nadie salvo a ti»
Además, me han parecido dignos de mención un par de detalles. Por un lado, la reacción tan pragmática de dos de los personajes que deciden unirse en matrimonio repentinamente sin existir relación previa. Por otro lado, me ha resultado bastante desconcertante el desenlace, dejándome la duda de que se hubiera descubierto al verdadero culpable o si se estaba encubriendo.
Los personajes, además de la víctima (Rhoda Gradwiyn), está su amigo (Robin Boyton), sus primos (Marcus y Candance Peregrine), el cirujano (Chandler-Powel), el personal de la Mansión Cheverell: la enfermera (Flavia Holland), antigua gobernanta (Lettie Frensham), la actual administradora (Helena Haverland), el jardinero (Tom Mogworthy), el matrimonio d cocineros (Kim y Dean Bostock) y la chica de los recados (Shanon Bateman). Y por supuesto, el equipo de investigación dirigido por el comandante Adam Dalgiesh, Francis Benton-Smith y la inspectora Miskin.
Para finalizar, os dejo la frase que he escogido con la intención de reflejar lo que genera el estado de apatía y desidia en el que algunos recaemos repetidamente:
«Su vida era un lío. Cierta parte de su carácter tímido, indolente sin confianza en sí mismo, había generado el hábito de mostrarse indeciso, de dejar que las cosas se arreglaran solas».
Novela: Muerte en la clínica privada
Autora: Phyllis Dorothy James
Categoría: Misterio / Suspense / Policiaca
Recomendación: Para amantes del misterio.