Después de tanto tiempo sin una de las lecturas del dúo de escritores Douglas Preston y Lincoln Child, he sucumbido ante La ciudad sagrada, novela publicada hace más de una década por esta pareja literaria que convierte en éxito de ventas cada uno de sus libros.
El argumento se centra en la arqueóloga Nora Kelly, que encuentra una carta que escribió su padre, antes de desaparecer hace dieciséis años, en la que muestra unas vagas indicaciones para llegar hasta la ciudad de Quivira, «la casa del precipicio sangriento» del pueblo anasazi.
Encontrar el paradero de la ciudad supone un descubrimiento de descomunales proporciones y valor incalculable, motivo por el que el Instituto Arqueológico de la universidad de Santa Fe, para el que trabaja Nora Kelly, no deje escapar la oportunidad y le otorgue el cargo de directora de la expedición, asignándole el más experimentado y multidisciplinar equipo, formado por: Aaron Black (geocronólogo), Sloane Goddard (estudiante de arqueología e hija del patrocinador), Enrique Aragon (fisicoantropólogo), Luigi Bonarotti (director de acampada y cocinero), Roscoe Swire (vaquero encargado del transporte) y Bill Smithblack (periodista reputado encargado de documentar el viaje para la posteridad).
Sin embargo, después de un largo y lento camino encontrarán la ciudad misteriosa desierta, como si hubieran abandonado precipitadamente, pero en la que descubrirán que habitan monstruos causantes del miedo, el terror y un oscuro pasado de magia negra. Aunque, para cuando se den cuenta, será demasiado tarde para dar marcha atrás.
Personalmente, la trama me ha tenido en jaque y he apurado al máximo el escaso tiempo del que he dispuesto para sumergirme de lleno en rítmico avance de la novela, leyendo las seiscientas páginas en menos de una semana.
La lectura resulta dinámica, amena y entretenida. Una aventura trepidante, con unos personajes muy bien definidos que consiguen transmitir al lector sus miedos e inquietudes.
La experiencia de los autores y su unión es tan magistral que no se consigue distinguir la parte realizada por cada uno de ellos.
La ciudad sagrada trata de explicar la misteriosa desaparición del pueblo anasazi con conjeturas. Antropología, arqueología, brujería, aventura y un tinte de terror conforman esta novela. Y, aunque se basa en hechos reales como la historia de los anasazi, el misterio de la desaparición del Chaco y el abandono de la meseta del Colorado, es puramente especulativa; los autores dejan constancia de que las atrocidades producidas en el libro son producto de su imaginación.
Para finalizar me gustaría resaltar una pequeña cita que se esconde entre las páginas:
«Es curioso el modo en que en situaciones de máxima tensión el cerebro se obstina en concentrarse en los detalles más triviales».
Novela: La ciudad sagrada
Autores: Douglas Preston y Lincoln Child
Categoría: Best-seller/Intriga/Aventuras
Recomendación: La lectura es entretenida, pero también se detallan determinadas escenas de magia negra, en las que Lincoln Child hace gala de sus dotes para la literatura de terror y pueden herir mentes más sensibles.
Curiosidades:
Quivira es el nombre de una ciudad legendaria que se estableció en la zona de la Nueva España, al norte de México asentamiento indígena del que se desconoce la ubicación.
Anasazi es un vocablo navajo que significa “los antiguos” o “los antiguos enemigos” y los anasazi son una de las culturas mas misteriosas del mundo. Situada geográficamente en el sudoeste de los Estados Unidos entre los actuales Estados de Utah, Colorado, Arizona y Nuevo México se establecieron en unos acantilados de difícil acceso para desaparecer de la historia unas décadas después, dejando atrás sus enseres como si pensaran volver, pero nunca regresaron.
Existen varias teorías para justificar la desaparición del pueblo anasazi. Una de ellas se basa en la gran sequía de 1100, que les llevó a desplazarse hacia los acantilados y buscar refugio en Mesa Verde. Otra hipótesis más llamativa es la que se refiere al canibalismo, tras la incursión azteca desde México que les habría conquistado con sus rituales de sacrificios humanos.
Lo que resulta inquietante son la construcción de torres de vigilancia que se han descubierto en los asentamientos como medio de protección frente a un ataque y para vigilar su manantial.