Las conversaciones entre niños son ingeniosas, inocentes y sumamente divertidas, por lo que resulta inevitable detenerse a escucharlos. Siempre se aprende algo de ellos.
Os dejo las anécdotas de esta semana. Espero que os gusten.
La primera de las anécdotas tuvo lugar el día de Nochebuena, momento de reunión familiar. Después de cenar el pequeño Luis y su primo, que en unos meses cumplirá los cinco años, siendo dos años mayor que mi hijo, enseguida se pusieron a jugar y charlar entre ellos.
Mientras rodaban los coches por el suelo Luisete comentó:
– Te he puesto una multa.
Y su primo, con cara de extrañeza, le preguntó intrigado:
– ¿Qué es una multa?
Luisete muy serio, sin apartar los ojos de su juguete, respondió:
– Una multa es cuando te envían a la cárcel.
La segunda de las anécdotas tuvo lugar hoy, sin ir más lejos. Estábamos en el parque y Luisete se puso a jugar con otros niños. Eran dos niñas y un niño, estaban unos junto a otros conociéndose, enumerando sus edades:
– Yo tengo 3 -decía un niño.
– Yo también -indicó una niña a su lado.
– Yo cuatro -decía la más mayor.
-Yo dos -intervino Luisete, sacando sus deditos de las manoplas para ratificar sus palabras.
Después comenzaron con sus nombres: Hugo, María, Luis. Hablaban todos en tropel, pero parecían entenderse a la perfección.
De repente la mayor de las niñas dijo:
– Pues el año pasado, cuando era pequeña, (ya se sabe que los niños crecen muy rápido), fui a un castillo de princesas.
Luisete ávido de mostrar los sitios a los que ha ido espetó sin contemplaciones:
– Pues yo fui al hospital.
Por desgracia, como podréis imaginar, a mi pobre Luisete se le ha quedado más grabado en la memoria su paso por el hospital que sus vacaciones en la playa, dado que en su corta edad ha quedado ingresado en un par de ocasiones, aunque han sido innumerables las visitas que hemos realizado al centro de salud.
Morgana Huxley 