Pacto de perdición (2ª parte)

Llegó a la puerta de la biblioteca a la hora convenida. Allí estaban esperándola María y Beatriz. Las había conocido hacía unos meses por internet. Habían surgido por arte de magia, y había intimado tratando temas que otros no llegaban a entender. Ellas también habían pasado por una difícil situación.

Beatriz había perdido a su padre hacía un año de una lenta y dolorosa enfermedad. Su madre no había podido superarlo. Se encontraba de baja por depresión. Deambulaba como un zombie por la casa, y apenas se acordaba de la existencia de su hija. En ocasiones, ingería tantas pastillas para dormir, que Beatriz esperaba que en cualquier momento no se despertase.

María tenía serios problemas en el colegio. Su frágil apariencia resultaba un aliciente para que se metieran con ella «los más valientes» de sus compañeros de escuela, o de camino de vuelta a casa, un día sí y otro también. Pero siempre alejados de la vista de los profesores. María había intentado de todo, pero estaba cansada. Sin fuerzas, ni ganas de luchar.

Allí se encontraban las dos, en la puerta de la biblioteca, esperaban con rostros serios. Se saludaron con un movimiento de cabeza y, sin mediar palabra, se encaminaron calle arriba hasta llegar a un descampado cercano junto a un pinar. Se introdujeron entre los árboles hasta llegar a un pequeño claro.

Todo estaba en calma. No se oían los ruidos de la ciudad, tan solo el trinar aislado de algún pájaro. Se sentaron en el mullido césped formando una especie de corro. Dejaron las mochilas a un lado.

– ¿Las has traído? – preguntó María.

Beatriz hizo un gesto de asentimiento. Echó mano a la mochila y sacó un pequeño frasco que dejó en el suelo, en medio de las tres. 

Todos los ojos se fijaron en el pequeño bote de plástico.

– Se las he quitado a mi madre.

– ¿Será suficiente? -preguntó Laura, indecisa.

– Debería de serlo -contestó Beatriz-. Pero, he traído whisky.

Sacó una botella de la mochila y unos vasos de plástico. Sirvió cantidad suficiente. Abrió el envase de barbitúricos y tomó varias pastillas en una mano. Le pasó el bote a María, que cogió su dosis y se lo entregó a Laura. Una vez tuvieron cada una su porción se miraron con un asentimiento, e hicieron un rápido movimiento para tragarlas con un sorbo de whisky.

 «Para todo problema humano hay siempre una solución fácil, clara, plausible y equivocada«.

 
Henry-Louis Mencken
 

 
 

El suicidio colectivo es una tendencia creciente en el Japón del siglo XXI en el que decenas de individuos se dan cita para suicidarse sin concretar motivos. Los cuerpos de seguridad de Japón han desmantelado múltiples operaciones realizadas a través de portales web y foros creados con esta única finalidad. Los jóvenes contactan a través de internet para quitarse la vida.

Hoy, 10 de septiembre, se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Problema que afecta a todas las personas de diferentes edades y condición social. En algunos casos, es una enfermedad (depresión) la que obliga a las personas a intentar quitarse la vida. En otras, la soledad, la incomprensión, o la sensación de desamparo y  el no poder compartir experiencias con otras personas. A continuación dejo algunas pautas a tener en cuenta:

Situaciones de riesgo:

  • Estado de depresión o abandono.
  • Comportamiento temerario.
  • Poner orden en los asuntos y regalar posesiones de valor.
  • Un cambio radical en el comportamiento, actitud o apariencia.
  • Abuso de drogas o alcohol.
  • Sufrir una pérdida importante o cambio de vida

Comportamiento:

  • Llantos
  • Peleas
  • Infracciones a la ley
  • Irreflexiones
  • Auto herirse
  • Escritos de la muerte y suicidio
  • Comportamiento previo de suicidio
  • Extremos en el comportamiento
  • Cambios en el comportamiento

Pensamientos y emociones

  • Soledad
  • Falta de apoyo de la familia y amigos
  • Rechazo, sentirse marginado
  • Profunda tristeza o culpabilidad
  • Incapacidad de enfocar las cosas
  • Soñar despierto
  • Ansiedad y estrés
  • Inutilidad
  • Pérdida de auto estimación

Todos nosotros, así como nuestros familiares y amigos, somos susceptibles de caer en cualquier situación de riesgo. Para evitarlo es necesario estar siempre pendiente de nuestros seres más queridos, que pueden estar pidiéndonos ayuda, sin nosotros percatarnos de ello.

Siempre hay solución.

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