¿Cuántas veces habéis escuchado la canción de Nino Bravo: «Libre, como el sol cuando amanece yo soy libre, como el mar...»?
Y, ¿cuántas veces os habéis sentido verdaderamente libres?
Si hacéis memoria encontraréis un recuerdo imborrable. Un determinado momento, quizá un instante, en el que has sentido la libertad apoderándose de tí. Corriendo por tus venas con sorprendente rapidez, ha aparecido un subidón de adrenalina que ha transportado una placentera sensación de liberación, independencia y autosuficiencia, que te ha mostrado otra forma de ver el mundo.
Los ejemplos son muchos. Es posible que sea conduciendo una moto mientras sientes el aire en el rostro, y pareces moverte flotando sobre el asfalto. Navegando por el mar, surcando las olas a gran velocidad. Quizá tan solo cogiendo carrerilla para lanzarte al mar o, para los más atrevidos, saltando al vacío en parapente.
Son simples sensaciones para demostrar que hemos nacido libres. Aunque, el hombre nunca lo sea del todo. Como diría Eurípides de Salamina:
«No hay ningún hombre absolutamente libre. Es esclavo de la riqueza, o de la fortuna, o de las leyes, o bien el pueblo le impide obrar con arreglo a su exclusiva voluntad«.
El 23 de agosto se ha establecido por la UNESCO, como el Día Internacional del recuerdo de la trata negra y de su abolición.
Sin duda, hoy es un día especial para recordarnos que todos los hombres y mujeres de cualquier país o continente, raza, sexo, edad y condición, hemos nacido sin sometimiento a otros.
Sin embargo, aquí donde nos hallamos, en pleno siglo XXI, hemos topado con otros tipos de esclavitud más moderna. La de aquellos que se aprovechan de la debilidad de unos pocos para someterlos bajo su dominio, amparándose en su situación de poder. Haciendo y deshaciendo a su antojo.
No son pocos. Es un negocio muy rentable cuando el único valor que se tiene es el del dinero y el poder. Por ello han proliferado mafias organizadas que se dedican a traficar con mujeres y niños para explotarlos. En otros casos, han forzado a los niños a ser soldados, o a trabajar con sueldos irrisorios y condiciones laborales pésimas. Pero también hay matrimonios forzados basados en costumbres ancestrales. Todos ellos son esclavos de este siglo.
Millones de personas en el mundo viven en situación de esclavitud. Y muchas de ellas las hemos provocado desde los países desarrollados. Haciendo oídos sordos a unos seres indefensos que no tienen cómo defenderse de sus captores que les obligan a empuñar un arma, o acostarse con alguien a cambio de una promesa de libertad. También ha sido el resultado de las inversiones de multinacionales en países del tercer mundo sin exigir unas condiciones mínimas laborales, ni una mayoría de edad, solo esperando a cambio una mano de obra barata que les permita obtener mayores beneficios.
Yo no puedo soportar ni siquiera imaginarlo. Solo me apetece salir corriendo y chillar, para recordar que tengo mucha suerte porque YO, SOY LIBRE.
«El hombre ha nacido libre y por doquiera se encuentra sujeto con cadenas«. (Jean Jacques Rousseau)