En horas bajas se encuentra Ezequiel
Siente una angustia en su fuero interno
Que le puja por salir desde dentro
Quemándole la garganta la hiel
Que aflora con prisa al encuentro
De su fría y pálida piel.
Se halla en un hospital cualquiera
Incansable y agotadora la espera
Aguarda con temor
El parte del doctor
Miles de dudas se debaten
En su mente y en su corazón
A la esperanza se encadena
Con ahínco y con tesón
Por cada minuto de esa larga espera
Sus deseos parecen una quimera
Sumiéndole en una profunda desesperación
El tiempo poco a poco le aleja
De su hijo y de su nuera
Y sufre con angustioso dolor
Ante la mera idea
De que alguno de ellos muera
Por falta de una transfusión
Ezequiel su sangre donó
En cuanto se enteró
De la crítica situación
Mas su sangre no es solución
Para su familia no hay opción
De grupos sanguíneos distintos son
En esos instantes de desconcierto
Sus pensamientos se arremolinan
En la búsqueda de una salida
Que les aleje del sufrimiento
Y la incontrolada agonía
En la que se encuentran sus vidas
Ante el futuro incierto
Se crispan con fuerza sus nervios
Como la chispa el fuego aviva
Entre angustiosos quejidos y lamentos
Llenos de frustración e ira
Sin desear que llegue el momento
Que deba afrontar la derrota
Pero su confianza casi rota
Resiste como una roca
Luchando contra el sufrimiento
Sin descanso ni demora
Ante un tiempo
Que inevitablemente, se agota
Llega su hija Elisa
Avanza sin pausa, con prisas,
A su lado llega corriendo
Por el esfuerzo, sin aliento
Ha de darle una buena noticia
“Han encontrado un donante”
Grita al llegar a su encuentro
Sin disimular su ilusión
Su padre ha cambiado el semblante
De tristeza por el de estupefacción
Feliz, sonriendo
Da gracias a Dios
Que le ha hecho formar parte
De este milagro de amor
“¿Quién ha sido?”
Pregunta Ezequiel, confundido,
Ella seria le responde:
“El vecino”
Ezequiel frunce el ceño
No es más que un atisbo
En sus ojos, un brillo intenso
En su labios, el destello de un sonido
Que le recorre por dentro
Mas calla, pensativo
La sala queda sumida en el silencio
Ezequiel pone voz a sus pensamientos
“Quizá fui muy altivo”
Tiene remordimientos
Se siente arrepentido
Por no luchar con esmero
Por ese eterno recelo
Ante las intenciones de su vecino
No llegaron al entendimiento
Por una riña sin sentido
La causa se perdió en el olvido
¿Era él el ofensor, o el ofendido?
Cualquiera que fuera el motivo
Al juzgado los llevó
Y el litigio él perdió
Contra el que se convirtió en un desconocido
Sin embargo, hoy, lo ayudó
Sin habérselo pedido
Un milagro es su destino.
Sí, señor
De su desinteresado vecino
Que auxilió a sus seres queridos
Cuando no tenían salvación
Por siempre, su mejor amigo
Amador
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